Acabo de escuchar una tertulia entre dos señores en un parque, aunque más bien se trataba de una discusión acalorada, que les mantenía en posturas contrarias durante un buen rato de tiempo.Hablaban sobre la inmigración en nuestro país, mezclado con dosis de crisis global,algo de política, una pizca de tenis y futbol, y algunas reflexiones sobre la
" píldora del día después ".
Escucharlos era toda una enseñanza de lo que no se debe de hacer en términos de comunicación, al margen de las ideas y posturas de cada uno.
Con frecuencia me pregunto por qué no sabemos escuchar; no atendemos los argumentos de los otros, da igual si son buenos o malos,
si están bien construidos o no.
Por el contrario somos " hiper-fundamentalistas " con nuestras ideas ¿?
Dogmáticos al más no poder...
No nos damos el derecho a cambiar de opinión, a dejar de ser un poco nosotros y nuestros pensamientos anclados para pasar a ser un poco también algo de los demás. Nos encata auto-repetirnos.
¿ Qué pasa si por un momento dejamos de ser nosotros ?
¿ O uno siempre tiene que ser lo que YA es ?
Por no dejar de ser lo que somos podemos poner en riesgo nuestros resortes fundamentales , necesarios, los verdaderamente importantes.
Aspectos como la amistad, el amor recibido, las relaciones, ... están en riesgo cuando actuamos con el mal llamado " mí criterio ".
No seré yo quien defienda que no tengas criterio propio, personalidad, forma de ver las cosas, ...pero esto no quita que desarrolles dos capacidades básicas :
* SABER ESCUCHAR, dando la oportunidad a que en algunas ocasiones sean otros quienes tienen la razón.
* CAMBIAR . Adaptarte a nuevas ideas, osmotizar lo que de otros puedes recoger, mejorar absorviendo, como si de una esponja de baño se tratase.
Esto que cuento aquí me recuerda la famosa fábula de la
" rana y el escorpión "
Dice así :
Cuenta un relato popular africano que en las orillas del río Níger, vivía una rana muy generosa.
Cuando llegaba la época de las lluvias ella ayudaba a todos los animales que se encontraban en problemas ante la crecida del rio.
Cruzaba sobre su espalda a los ratones, e incluso a alguna nutritiva mosca a la que se le mojaban las alas impidiéndole volar.
Pues su generosidad y nobleza no le permitían aprovecharse de ellas en circunstancias tan desiguales.
También vivia por allí un escorpión, que cierto día le suplicó a la rana:
«Deseo atravesar el río, pero no estoy preparado para nadar.
Por favor, hermana rana, llévame a la otra orilla sobre tu espalda»
La rana, que había aprendido mucho durante su larga vida llena de privaciones y desencantos, respondió enseguida:
«¿Que te lleve sobre mi espalda?
¡Ni pensarlo!
¡Te conozco lo suficiente para saber que si te subo a mi espalda, me inyectarás un veneno letal y moriré!»
El inteligente escorpión le dijo:
«No digas estupideces.
Ten por seguro que no te picaré. Porque si así lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado»La rana se negó al principio, pero la incuestionable lógica del escorpión fueron convenciéndola... y finalmente aceptó.
Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró, y comenzaron la travesía del río Níger.Todo iba bien.
La rana nadaba con soltura a pesar de sostener sobre su espalda al escorpión. Poco a poco fue perdiendo el miedo a aquel animal que llevaba sobre su espalda.Llegaron a mitad del río. Atrás había quedado una orilla.
Frente a ellos se divisaba la orilla a la que debían llegar.
La rana, hábilmente sorteó un remolino...
Fue aquí, y de repente, cuando el escorpión picó a la rana.
Ella sintió un dolor agudo y percibió cómo el veneno se extendía por todo su cuerpo. Comenzaron a fallarle las fuerzas y su vista se nubló.
Mientras se ahogaba, le quedaron fuerzas para gritarle al escorpión:
«¡Lo sabía!.
Pero... ¿Por qué lo has hecho?»
El escorpión respondió: «No puedo evitarlo. Es mi naturaleza»
Y juntos desaparecieron en medio del remolino mientras se ahogaban en las profundasaguas del río Níger.
¿ Puede cambiar nuestra naturaleza ?
Como le ocurre al escorpión, a veces preferimos perder algo importante para nosotros, ( perder hasta la vida en su caso ), aunque sólo sea por no cambiar nuestra naturaleza. Nuestro modelo.
Y la rana, generosa ella, tampoco supo con él cambiar su naturaleza.
No supo decirle no.
Así somos: Rana o escorpión