“Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me ha dado la risa
y me ha dado el llanto…”
(Violeta Parra)


Sí,  gracias  a la vida, que me está dando tanto.

Es domingo, día de la semana en el que suelo dedicar unas horas a escribir.
Hoy lo hago desde el tren, camino de la costa, donde mañana trabajo.
Entre traqueteos del tren y paradas me doy cuenta de que sé muy poco de la vida, … casi nada.
Pero lo que sí sé, es que sin saber casi nada de la vida, me siento muy agradecido por estar vivo.

Agradecido por poder dedicar mi tiempo de trabajo a lo que más me gusta.
Agradecido por la familia y amigos que tengo.
Agradecido porque hoy, antes de salir de casa, he podido saborear un bocadito de tortilla, cocinada con todo amor.
Agradecido porque hoy ha sido un día atmosféricamente nublado.
Agradecido también porque hoy, en mi interior, el día ha sido soleado. 
Y porque esta noche se ve la luna muy luminosa.
Agradecido por haber podido sentir la tarde pasar desde un sillón, con música de ayer,
en la mejor compañía posible, la que cura mi cansancio.
Agradecido por haberme podido despedir con una sonrisa, sin hacer una escena.
Agradecido por la llamada de la que no está aquí y también por el abrazo de la otra que vive cerca de mi.
Agradecido porque te acuerdes de mi en el vacío hueco que se ha quedado.
Agradecido por las hojas del libro que ahora me acompaña.
Agradecido por el vino que compartí antes de salir.
Agradecido por el despertar nuevo que espero en unas horas.
Agradecido por volver a empezar cada instante, por sentirme en estado de renacimiento continuo.
Agradecido por imaginar ya hoy tu sonrisa, esa que mañana volveré a ver.
Agradecido al escuchar tu voz. Por tu presencia.
Agradecido al recibir la mirada llena de amor.

¿Se puede sentir felicidad sin sentir agradecimiento?
Yo pienso que no. 
Creo que, agradecimiento y felicidad viven íntimamente ligados.

Generalmente las personas más agradecidas se sienten
más optimistas, con mejor salud, y dicen sentirse más felices.
Así lo observo yo.
Las personas agradecidas suelen cultivar las relaciones con más detalle
y las mantienen durante más tiempo y con más intensidad.
Ríen más. Sus caras está más relajadas. El estrés lo controlan mejor. Y el miedo está menos presente.
Las personas agradecidas son más altruistas, dan más, esperan menos,
aceptan mejor lo que son, lo que tienen, lo que hacen, sin por eso ser conformistas ni resignados.
Viven más en el “si” que en el “no”.
Viven más en la búsqueda de soluciones que en la excusa para no hacer.
Son capaces, siendo realistas, sin auto-engaños, ni sabotajes mentales, de ver lo bueno en lo malo. 
Y también lo bueno de lo bueno. Lo saben apreciar y lo disfrutan más.
Las personas agradecidas están contentas por lo que están viviendo en su presente,
honran lo que vivieron en el pasado  y se alegran por lo que todavía no ha llegado y esperan del futuro.

Me refiero a las personas que viven la gratitud sin condiciones.
No a la gratitud que se muestra sólo cuando las cosas salen bien, como uno esperaba.

Cada día me siento más convencido de lo estúpido que es desperdiciar tiempo y energía 
buscando etiquetas o definiciones para entender la felicidad.
La felicidad está para ser vivida. El agradecimiento te la acerca.
La felicidad no se define, se vive o no se vive, es decir se siente o no se siente.
La felicidad no necesita razones. El agradecimiento tampoco.
La felicidad no reside en las hojas de un libro de autoayuda.
La felicidad no se encuentra en los grandes titulares o frases con apasionantes fotos del Facebook.
Facebook es a la vida normal lo que el Monopoly es al mundo de los negocios,
una vida vivida desde el ilusionismo.

Desde mi experiencia, y admitiendo que es una interpretación mía, 
he podido conocer que las personas más felices son las que más practican la gratitud.
Suelen estar contentos con casi todo. Casi siempre.
Y, al tiempo, son críticos con lo que no les gusta.
Criticismo al que están agradecidos.

El agradecimiento es como un imán, atrae.
Atrae tormentas cuando se necesitan. Y sol brillante cuando el calor es lo esperado.
Atrae llanto agradecido cuando las lágrimas son necesarias para limpiar emociones.
Atrae risas para deshollinar el alma.
Atrae la energía que mueve el corazón.

Lao-Tsé nos decía que

"El agradecimiento es la memoria del corazón"

Sin duda, en cualquier religión, filosofía, espiritualidad o modo de vida 
la oración más productiva y eficaz es

¡G R A C I A S!