Hoy es un lunes disfrazado de domingo.
Un lunes festivo de principios de diciembre, de este año, que como los otros, es un una año cualquiera.
Mucha gente a estas horas anda por las ciudades en un estado natural llamado de "compras",
buscando los mejores regalos para todos sus seres queridos y amigos,
para hacerse a sí mismos o entregar a otros en los próximos días de Navidad.
Todos los centros comerciales están a estas horas disponibles,
engalanados con sus mejores galas, coloridos,
llenos de luces brillantes, doradas y rojas, musicalmente pastosos y repetitivos.
Reconozco que me gusta la navidad. También los regalos.
Pero esta tarde fría de lunes dominguero he preferido quedarme ante la chimenea,
disfrutando un té rojo mientras escucho La Traviata,
interpretada por Anna Netrebko y Rolando Villazón bajo la música de la Mozarteum Orcheste.
¡Fantástica versión! Recomendable.
Mientras atizo la leña en la chimenea, aprovecho para atizar también mi cabeza.
Me hago un listado mental de los regalos que esta Navidad buscaré y me haré.
Algunos tendrán un alto coste, otros serán muy baratos.
Y rápido, para no olvidarlo, cojo lápiz y hoja para tomar nota de ellos.
No querría olvidarlos…
Me pido que la cesta de Navidad esté llena de nuevos talentos disponibles para mi.
Me pido aprender a superar esos límites que me impedirían, de no superarlos, alcanzar nuevas metas.
Me pido tiempo para el tiempo que necesito para estar más en mi. Y con ellas.
Me pido un juguete roto que me ayude a recordar cada día que todo, cualquier cosa, se puede romper. También la vida.
Me pido un vaso de agua limpia que me limpie los ojos, las legañas que no me permiten ver lo que me estorba.
Me pido muchos frutos rojos, tiernos, secos, maduros y verdes, para que me aporten vitaminas creativas e inspiradoras.
Me pido el diccionario que enseña a decir "no".
Me pido una doble ración de amor.
Me pido el tesoro más preciado, el que trae la risa.
Me pido un saco lleno de momentos deseados.
Me pido la caja del perdón.
Me pido el puzzle de la alegría.
Me pido la enciclopedia del agradecimiento.
Me pido un reloj imaginario que no marque la hora para poder parar el tiempo de vez en cuando.
Me pido una ventana desde la que poder mirar al interior de mi mismo.
Me pido un corazón azul, lleno de mar y de todo su olor a sal, en ese lugar que conozco y me espera.
Me pido fuego, mucho fuego, para vivirlo todo con pasión. Para estar vivo mientras viva.
Me pido el permiso necesario que necesito para empezar cada día de nuevo y hacerlo único.
Me pido quemar las naves que ya no navegan.
Me pido seguir siempre vivo en cada instante de vida que tenga.
Me pido el olor a libre para elegir la actitud ante todo eso que está por llegarme y que no me he pedido porque no lo deseo.
Me pido a ti.
Ya ves, mientras suena "
amami Alfredo",
siento que si consigo tener estos regalos será una Navidad y un año lleno de mucho
A M O R
y
muy feliz
Comprueba lo bien que suena:
https://www.youtube.com/watch?v=JDriBd2dCbo