La historia en la que se basa la tradición de los huevos de Pascua es fantástica para entender
algunas de las cosas que nos pasan en la vida..., cada día.
Para aprender que en realidad no vivimos la vida tal como es sino tal como la interpretamos.

Con la primavera, cuando se renueva la vida, aparecen en los campos de muchos países
las primeras liebres. Ante nuestras observación se muestran tímidas, huidizas, en celo.
Al rededor de ellas muchos machos esperando ser elegidos.
Se convierte en un espectáculo curioso...

De manera muy frecuente, especialmente en zonas de centro Europa
y en los campos de Inglaterra, estas liebres se sientan entre un montón
de huevos de diferentes colores en una hendidura poco profunda del terreno.
En realidad son liebres que están sentadas sobre nidos de un pajarito escurridizo,
y que no se deja ver, el avefría.
Pero ante esa observación fotográfica instantánea cualquiera diría que esa hendidura
ha sido hecha con las patas de la liebre y que estás han puesto unos huevos preciosos.
Esto hizo que en la época medieval, por toda Europa, corrieran leyendas que versaban
sobre liebres que eran capaces de poner huevos preciosos, de colores, sólo en primavera,
con la llegada de la Pascua.

El mito perduró.
Y hoy todavía, en Pascua, asociamos la fiesta a liebres de chocolate,
u otro tipo de manjares, con huevos de colores también de chocolate,
o la famosa tradición de poner un huevo a una mona de pascua.

Pensemos esto: hay huevos de colore en una hendidura, en la que están las liebre,
que vemos como se aparean a campo abierto, ERGO ... las liebres ponen huevos
después de haber hecho una hendidura y estos huevos sin duda son de colores.

¿Cuántas veces hacemos una afirmación y la damos por buena, y definitiva,
desde la propia observación de una realidad que no tiene porque ser la correcta?
Y, lo peor, queda impresa como si se tratase de una verdad.

LO VEO ASÍ,
LUEGO LO CREO ASÍ,
LUEGO ES ASÍ

Como nos dejamos engañar. Es fácil.
Nos interesa hacer real lo que imaginamos aunque no lo sea.
Es antes la justificación de la realidad que el propio hecho.
Y que consecuencias suele tener esto en tantas ocasiones si hablamos de relaciones humanas.

Sigamos con la historia,....
Da la casualidad que los huevos son del tamaño que podría haberlos puesto la liebre.
Es casual que la liebre esté sentado sobre los huevos.
Es una verdadera casualidad que la hendidura puede ser, sin dudarlo, hecha por las patas de la liebre. Nos sería la primera vez que una liebre hace cosas parecidas en el terreno.

No nos cuesta nada, de hecho es lo más natural, hacer caso omiso a la valoración de otras POSIBILIDADES.

Damos como verdadero lo primero que vemos. Un verdadero uso del prejuicio.
La mente humana tiende a completar la historia, a rellenar el hueco, a crearse un relato,
sobre una observación que ha hecho será real o no.
A sacar conclusiones de inmediato.
Y una vez creado el relato, se fija en nuestro sistema de creencias
aunque no corresponda a nada real, y tan sólo sea el resultado de una brecha entre la realidad
y la interpretación de la realidad.
Lo peor: las consecuencias que esto lleva con tanta frecuencia.

Ver una correlación de hechos, aunque sean falsos, y de ahí inferir causalidad
forma parte de la naturaleza de las personas.
Pero en realidad es un "factor de confusión", ...por momentos peligroso.

Lo ideal sería antes de pensar en consecuencias saber distinguir lo real de lo imaginado.
No caer en el factor de confusión porque las consecuencias pueden ser terribles.
No todos los factores en la vida que están correlacionados tiene un efecto causal
en lo que nos sucede. Mucho menos, si son el producto de la imaginación.

CORRELACIÓN,
demostrada o no,
no implica CAUSALIDAD,
ni REALIDAD