Todo es dual.

Todo tiene dos polos.

Toda idea tiene su opuesta.

Lo semejante, lo antagónico. Los extremos se tocan.

Todo eso puede no ser, al mismo tiempo.


La ley metafísica de LA POLARIDAD nos enseña que todas las cosas manifestadas, mental o físicamente, al menos, tienen dos formas de ser entendidas, dos polos, que representan dos aspectos antagónicos con innumerables grados de interpretación entre ambos.


En lo físico, el calor y el frío.

En en la visión, el alto y el bajo.

En la posición, el este y el oeste.

En los sentidos, la luz y la oscuridad. El dulce y el salado.

En lo mental, el valor y el miedo.

En lo relacional, el amor y el odio.


Donde encontramos algo, encontramos también su opuesto.

Y, entre ambos, muchos grados que los unen, o separan.

La escala de grises, nos enseñan que lo que cae bajo 

el PRINCIPIO DE DUALIDAD,

también llamado P O L A R I D A D 

están en el mismo plano, y por lo tanto, pueden transmutar de un estado a otro.


Las cosas que son diferentes no pueden transmutarse entre sí. 

Las que viven en la línea de la polaridad sí.

Por ejemplo, el "amor" no puede transmutarse en "el este", o en "valor". Pero sí en "odio".

O al revés, el "odio" en "amor".

EL "miedo" puede transmutarse en "valor". O al revés.

Todo esto se aprende, se practica, se ENTRENA.


Por lo tanto, esta ley de la metafísica nos enseña que siempre podemos CAMBIAR.

transformarnos en aquello que, estando en la misma línea, nos permite avanzar por un mejor camino.

Pasar de un estado a otro.

Y también nos enseña que no hay una opinión verdadera, ni única, sino múltiples forma de interpretar 

de visionar una misma realidad, de observar una determinada situación.


¿Por qué, en ese caso, luchar tanto por tener razón?

La razón es múltiple. Depende del estado dual mental de cada uno. 

Y los grados intermedios.

La razón es diversa, extensa.

No hay verdad única.

Diferente es si nos referimos a hechos, a datos, a estados científicos demostrados, a lo no polar, no dual.


Toda acción, y toda condición mental, tiene su analogía, llamada correspondencia polar. 

Igual de legítima.


Quizás otra gran lección de esta fantástica ley metafísica de la dualidad es que todo polo puede 

comportarse como positivo o negativo. Depende de qué y en qué casos.

Algo positivo puede ser una sonrisa. Su negativo, el ceño fruncido. 

Pero depende, ..., en algún os casos, lo más positivo es un ceño fruncido.


La ley de la dualidad nos permite cambiar, transmutar de un polo a otro 

o quedarnos en uno de sus grados intermedios.

Estamos hablando de la mayor libertad humana:



LA CAPACIDAD DE ELECCIÓN