“El ser humano está fabricado de tal manera 

que cuando algo enciende su alma, 

lo imposible desaparece”

(La Fontaine)


Ya ha empezado el nuevo año. ¿Qué le has pedido para ti?

¿Nuevos propósitos?

¿Habrá algún truco milagroso que te ayude a conseguirlo?


Hay muchos vendedores de felicidad. Algunos, más bien de humo.

Y muchas formas de entender la felicidad. Muchas recetas.

Una de ellas, que para mi cada vez está cobrando más fuerza, 

es la referida a entender la FELICIDAD 

como la capacidad de tomar la riendas de mi propia vida.

Y también, el sentido que le doy a las cosas.

Con la importancia debida. No más. Y no menos. 

Distinguir lo que verdaderamente la tiene de lo que no.

Lo real de la fantasía.

Y hacer lo que toca hacer, si es posible, siempre bien, 

o de la mejor manera,

sabiendo que la mayor recompensa de hacer algo bien 

es simplemente haberlo hecho bien, 

dando la mejor versión posible. 

Esto también me hace feliz.


En nuestro mundo, a medida que nos vamos haciendo mayores 

dejamos que las vicisitudes del día a día puedan con nosotros.

Le llamamos “responsabilidades”.

Nos vamos abandonando.

Incorporamos hábitos, a veces nefastos, dañinos, 

reductores de la felicidad; 

entendida ésta como el bienestar necesario

para poder decir que tenemos un buen vivir, 

siguiendo el criterio que cada uno mismo tiene.


La cuestión de fondo es que cada uno 

es el artífice de su propia vida, 

el único responsable de lo que piensa, dice y hace; 

de los pasos que toma, 

de los libros que lee, 

de los dioses a los que sigue, 

de los políticos a los que vota, 

de la gente con la que se relaciona, 

de los lugares que frecuenta,

…, 

de las decisiones que toma, 

que le acercan o alejan de sus metas.

No todo, pero sí una gran parte del éxito, o llámale felicidad, 

que una persona tiene, es dependiente de uno mismo. De nadie más.

Elegir y practicar hábitos que te acercan a tus metas es, quizás, 

estar más cerca del camino de la felicidad.


Y el secreto: no sólo desearlo, sino llevarlo a cabo, 

H A C E R L O.

(O eso creo yo…)


Hablando en plata que 

                           ...del dicho al hecho, 

                           no haya 

                           un buen trecho