Maestro, ¿cómo te ejercitas tú en el equilibrio de tu mente?
- Cuando llega el disfrute, disfruto intensamente, conscientemente. 
  Cuando llega el dolor y el daño, sufro ecuánimamente.
  Dijo el maestro.

Pero Maestro, ¿no es eso lo que hace todo el mundo?
- No querido discípulo. Lo que todo el mundo hace es aferrarse al disfrute, con apego,
y así lo convierte antes o después en sufrimiento; 
y rechazar el dolor, generando por ello mucho más dolor.
Yo disfruto intensamente de y sufro ecuánimamente.
Así me ejercito en el equilibrio de la mente.
Añadió el maestro.

No podemos escapar de lo agradable, ni de lo desagradable.
No podemos evitar vivir sensaciones gratas e ingratas.
No podemos vivir en estados de alegría y en ortos de tristeza.
No podemos ir contra la leyes naturales de la vida, en lo bueno y en lo malo.

NO tengamos tanto apego al gusto.
NO tengamos tanta aversión al disgusto.
En ambos casos perderíamos el equilibrio de la mente.

En estados de disfrute, disfrutemos apagando la mente.
En estados de dolor evitemos la neurosis.
En ambos casos vivamos. NO rehuyamos.

Saber situarse en el punto de equilibrio entre el placer y el dolor
es muy importante para evitar así el apego o el odio innecesario.

Se trata de tener una 
MENTE  EQUILIBRADA