Nada de todo lo que existe escapa
del cambio ni de la destrucción material.
Todo pasa.
Todo evoluciona.
Todo es impermanente:
la gota de rocío, las nubes,
la piedra en la montaña, 
el vino en el vaso, la nieve, 
los encuentros, los pensamientos,
el tiempo, ..., la vida.
Todo está, todo deja de estar.
Así es, 
se trata de la ley más poderosa de la existencia.
Nada es eterno.
Nada es permanente.

"Mujo" le llaman en el mundo zen, 
referido al una forma de entender la existencia
sin principio ni fin,
sin nacimiento ni muerte,
sólo en estado continuo de cambio.

Todo es fugaz.
Instantáneo, ...si lo comparamos con el transcurso de las eras terrenales.
El sueño es fugaz.
La burbuja sobre el agua es fugaz.
Mirar la orilla del mar es un acto de fugacidad.
El cuerpo, el entorno, el cosmos, todo son impermanentes.
Todo se desvanece con el paso del tiempo.
Sólo la energía permanece. Se transforma, nos enseñan los científicos.
Cuando morimos, o cuando algo acaba, en realidad no desaparece, 
sólo cambia, se transforma; 
como la gota de agua, en forma de burbuja, sobre la propia agua de un río, 
cuando deja de ser gota sigue siendo agua.

Tú, yo, tenemos un final.
La energía no.
Y, la mejor de las energías conocidas, 
se llama amor.
A mi me gusta llamarle amor infinito, (=incondicional).