Los mandatos familiares, ancestrales,
son mensajes repetidos 
que se transfieren de generación en generación
en nuestro ecosistema familiar y social,
y que nosotros, vamos integrando como nuestros.
¡AUNQUE NO LOS SON!

Son mensajes que de forma directa,  
o indirecta, desde niñ@s,                                                                                                                                                                 nos llegan en modo de frases hechas, 
tipo:

Haz siempre caso siempre a los mayores",                                                                                         
Tienes que estudiar si quieres ser alguien en la vida”;                                                                                
Lo que diga tu padre va a misa”.                                                                                                               
"Eres igualito que tu abuelo".                                                                                                                           
"A ver si aprendes de tu hermana".

Podríamos decir que, llegamos a la vida, 
con cinco mandatos inconscientes
que vienen con nosotros 
desde nuestra infancia.

La mala noticia: son tóxicos.
Deberíamos aprender a librarnos 
de ellos cuanto antes...

Son mandatos productores 
de creencias limitantes.
Nos cierran puertas.
Nos impiden ser más felices.
No nos dejan crecer.
Vienen de nuestros padres, 
y de la educación que recibimos,
de las llamadas heridas 
de la infancia y juventud.

Originalmente, estos mandatos tuvieron,
por parte de quienes nos los dictaron, 
un sentido de protección.
Pero terminaron haciéndonos daño,
confundiendo a nuestra mente, incapacitada, 
poco entrenada para el discernimiento,
y también modificaron 
nuestro ego original,
convirtiéndolo en lo que ahora es.
Una modificación del original.
De ahí lo de "pecado original".
Un ego creado para el disfrute, 
se convirtió en un ego 
orientado a sufrir.
A no vivir con máxima calidad.

Los cinco mandatos, 
o también llamados programas ancestrales,
que debemos superar son:

PRIMERO: "NO VIVAS"

Nos enseñaron un manejo 
del "no" nada adecuado.
Vivir bajo el paradigma del "no
es no hacer, no pensar.
Nos decían:
"eso no se toca"
"eso no se dice"
"eso no se hace"
"eso no ..."

Un "no" que no nos permitía auto-realizarnos.
Parecía que cierta cosas 
estaban mal vistas, y prohibidas.
Un programa educativo
que no nos dejaba equivocarnos, 
y que nos hace huir de la crítica.
Que nos alejaba del éxito.
Y de sacar partido de lo cotidiano.
De sentirnos vivos.
¡Una pena!

Cuanto nos perdemos hoy todavía 
por culpa de ese maldito programa 
que nos hace sentir culpa
por hacer aquellas cosas que deseamos,
que nos son satisfactorias,
pero todavía siguen 
bajo el paradigma de lo prohibido,
...como si no tuviésemos derecho a disfrutar.


SEGUNDO: "NO SEAS TÚ"

Nos colocaron en la mente
la idea de que que los demás
son mejores o tienen 
lo que yo debería tener.
 
Querer ser o tener
lo que son o tienen otros,
es un programa mental 
que viene de antaño
con un mensaje implícito:
"Seas lo que seas, 
desea ser otro, 
porque no serás tan buen@ 
como los demás son".

Este mandato se reforzaba
con la crítica que recibíamos 
de nuestros padres,
cuando nos decían aquello de:
"no te lo creas tanto".


TERCERO: "NO SEAS NIÑ@"

Un programa ideal 
para que perdamos la curiosidad, 
el derecho a preguntar 
para aprender, tal como hacen los niñ@s.

Un mandato cuyo origen 
radica en que los padres querrían
desde niño tener adultos en sus casas,
cuando todavía no tocaba, 
y nos metían en la cabeza 
que creciésemos rápido, 
abandonando la mente de niñ@.

Afecta a nuestra creatividad, 
y por lo tanto, también a la visión
de la realidad de forma desacostumbrada.


CUARTO: "NO SIENTAS"

Sentir es de débiles.
"Tú sé fuerte", ...nos decían.
No muestres tu vulnerabilidad.
Ni tus sentimientos.
No dejes que tus emociones 
te lleven a mostrar que algo te afecta.
"No llores", ...nos repetían. 

Y un largo etcétera de ideas 
que nos metían en la cabeza
y que hacían que apagásemos el sentido
más humano de las personas,
la capacidad de SENTIR.
Y de ahí, poder llegar a SER.


QUINTO: "NO HAGAS LO QUE NO DEBES"

Mandato cuyo origen es
la sobreprotección 
de nuestros padres y cuidadores
hacía nostro@s.

Quisieron que tuviésemos una  vida
más fácil y con ello consiguieron 
que fuésemos¡ más inútiles.

Ojo con este mandato, 
es peligrosísimo, 
porque no superarlo 
nos paraliza de adultos, 
nos impide buscar la mejora continua.
Y también nos impide
vivir con una mente de crecimiento, 
de abundancia.
Buscar lo mejor para nosotros mismos,
nos hace conformistas.

El problema de estos programas  
es que terminan convirtiéndose                                                             
en lo que en psicología denominan: 
mensajes autocríticos desestabilizadores.  
                               
Y nos suelen afectar de manera negativa 
cuando:

  • Nos genera un sentimiento de culpa.
  • Nos generan miedos injustificados.
  • Nos deriva en expectativas difíciles de cumplir.
  • Nos dificulta asumir y realizar cambios importantes en nuestra vida.
  • Nos hacen ser personas rígidas.
Los mandatos familiares se acaban 
transformando en obligaciones                                                      
que hemos asumido 
de forma inconsciente, 
a modo de herencia,                                             
atrapándonos en un tipo 
de vida que no hemos elegido.

Objetivo: 
superar estos cinco 
programas malditos.
Romper con las creencias 
que nos limitan.
Porque estos mandatos de la infancia
nos hacen ser personas más ineficientes, 
y, sobretodo, hacen que tengamos una vida
más cercana al sufrimiento que al  

D I S F R U T E