Aunque quieras, ...aunque quieras, si yo no quiero no podrás provocarme.

Tengo la mente en calma. La vida en calma.

Mi silencio podrá ser la respuesta correcta, si es lo que elijo. Puedo elegir. Tú también.

Puedes crear una tempestad alrededor de mí, ...eso no te lo puedo impedir,

puedes utilizar palabras necias, y mucho ruido en tu griterio,

pero nada me va a alterar, no podrás romper con mi serenidad.


Y es que dominar la mente, es dominar la situación, 

es hacerte cargo de que nada sucede fuera de ti que pueda mandar sobre ti, 

salvo que tú le des el permiso. Y sí, puedes elegir dárselo; es igual de legitimo.


Una mente lucida, serena, en calma, sabe que la mayor parte de los momentos vitales

no van de ganar o perder, de tener o no razón, de ser mejor o peor, 

ni siquiera de tener o no tener, o de triunfar,

sino más bien de poder conquistarte a ti mismo, es dicir de aprender a dominar la mente.

¡He ahí el viejo secreto!


Priorízate.

Prioriza sobre tu bienestar, sobre tu salud.

Domina tu inteligencia emocional, y desde ahí, vivirás mejor.


Busca el verdadero amor, que nace del amor por uno mismo, 

del AMOR PROPIO.

Y así también podrás reglarlo incondicionalmente a los demás...

Más te ames tú, y pongas el foco de lo importante en ti, 

menos te importará el juicio innecesario, 

ni la paja en el ojo ajeno.

Estate pendiente de tu vida, que es la que más debería importante.

Y por encima de todo, 


¡AMÁTE!