El aspense Fernando Botella siente fascinación por las personas y por todo lo que guarda relación con la vida y el cerebro. Por eso estudió Biología y se especializó en Fisiología Animal y Sistema Nervioso Central. Se dedica a la transformación de las personas y es experto en motivación, liderazgo, formación y desarrollo de ejecutivos y directivos.

En el año 2007 fundó Think&Action, de la que es CEO, y compagina sus conferencias y publicaciones de libros con la enseñanza como profesor colaborador en universidades y escuelas de negocio como la Universidad Central de Florida, la Universidad de Harvard, ESADE e ICADE. Ha regresado a Aspe, su pueblo natal, para hablar de su último libro: «La Fuerza de la Ilusión», una invitación a adentrarse en el mundo de la ilusión y del ilusionismo empresarial para alcanzar el éxito y la excelencia, tanto profesional como organizacional.

 

¿Cuáles son esos diez principios mágicos que plasma en «La Fuerza de la Ilusión» para alcanzar el éxito y la excelencia profesional y organizacional?

En el libro “La Fuerza de la Ilusión” identificamos diez principios empleados por los magos, pero que en realidad funcionan en cualquier contexto. Desde el “nunca reveles tu secreto”, para mantener vivo el misterio, hasta “practica hasta alcanzar la excelencia”, y es que la práctica y el entrenamiento hacen al maestro. Otros principios mágicos son “reinvéntate” para no repetirte; “cuida a tu público” –la atención al cliente es hoy más que nunca un factor decisivo de competitividad empresarial–; “busca efectos extraordinarios” –el famoso efecto ‘wow’ que tanto persiguen las empresas, o “cree en tu magia”, porque si tú no crees en tu producto, ¿quién lo va a hacer?

 

¿Cómo pueden las empresas dejar huella en la mente del consumidor?

Hay diferentes maneras de conseguir colarse en la mente y en el corazón del consumidor. Están las estrategias de posicionamiento, el branding, una gran atención al cliente… Yo diría que la mejor estrategia es la que reúne una combinación de todos esos elementos. Y, sobre todo, la que logra ese efecto ‘wow’ del que hablaba antes, que va más allá de la calidad de un servicio y trasciende una serie de funcionalidades y atributos de un producto. La estrategia que toma una relación que en principio era meramente comercial y la convierte en una experiencia memorable y centrada en las personas.

 

¿Las empresas tradicionales están dispuestas a adentrarse en el mundo de la ilusión o prefieren seguir ancladas en el pragmatismo?

Hay un poco de todo. Lo que está claro es que aquellas empresas que no partan de la ilusión – que no del “ilusionismo”, importante matiz –, que no generen energía positiva entre sus equipos y que no contagien a sus colaboradores y clientes la defensa de los valores de la marca lo pasarán mal. Y esto aplica tanto para las empresas tradicionales como para las nuevas.

 

¿Hay empresarios que sin saberlo aplican la fórmula mágica para triunfar?

Claro que sí. El mundo de la ilusión no va tanto de saber como de hacer, y hay empresas y empresarios que son unos auténticos crack en eso de generar ilusión y de sorprender permanentemente a sus clientes. Incluso cuando no son conscientes de que lo están haciendo, lo hacen.

 

¿El líder nace o se hace?

Sin ninguna duda, se hace. El líder se forma a través de cientos de horas de entrenamiento y de miles de horas de práctica, creciendo, mejorando y desarrollándose continuamente. Eso no quiere decir que no haya personas que ya traigan de serie unas excelentes capacidades para el liderazgo. Pero también esas habilidades innatas o potenciales hay trabajarlas y pulirlas con mucho entrenamiento para hacerlas brillar.

 

Según su libro la fuerza viene de la ilusión…pero si no se tiene ilusión ¿cómo se puede conseguir la fuerza?

Hay un poco de pescadilla que se muerde la cola en esta ecuación. La ilusión lo es todo, sin ella no hay aventura posible. Se suele decir que cuando alguien pierde la fe en el futuro pierde la fuerza en el presente. Cambia “fe” por “ilusión” y el resultado es idéntico. Nuestro futuro comienza construirse en el presente. Por eso limitarse a esperar a ver si la tormenta escampa y las cosas mejoran no es una buena opción. Las cosas empezarán a mejorar en el futuro si empujamos ese cambio en el presente. ¿Cómo se consigue? Hay que tener expectativas, planes, sueños… Un objetivo que nos ponga en movimiento.

 

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