«Entiendo que pueda cansar a la opinión pública, pero están luchando por cambiar un sistema y van a sostener la pelea hasta el final», asegura Reyes Bellver, abogada de FUTPRO.

No se trata simplemente de lo que pasa, sino de lo que la gente piensa que pasa. Es uno de los preceptos básicos de la comunicación, un punto de partida indispensable antes de abordar el conflicto entre las futbolistas de la selección y la Federación Española. Un combate que ha trascendido el fútbol para situarse en el centro del foco mediático. Un juego de percepciones donde lo emocional juega un papel preponderante y que empapa todos los estratos de la sociedad. Hasta el punto de que la comprensión ciudadana ante una lucha legítima por los derechos puede evolucionar en hartazgo por una guerra sin fin. ¿Han perdido las campeonas del mundo la batalla de la imagen? He aquí algunas respuestas.

De la firmeza de las internacionales, empecinadas en cambios estructurales en la Ciudad del Fútbol, sabe mucho Reyes Bellver, abogada del sindicato mayoritario FUTPRO. «Siempre es beneficioso mantener la misma línea. Y las jugadoras, desde hace tiempo, tienen las cosas muy claras, con una estrategia muy pensada. Entiendo que pueda cansar a la opinión pública, pero ellas están luchando por cambiar un sistema y van a sostener la pelea hasta el final», explica a EL MUNDO esta especialista en Derecho Deportivo, recientemente elegida como árbitro del TAS.

¿Qué alfombras había que levantar en Las Rozas? ¿Cómo debía fraguarse realmente el cambio? Esas cuestiones flotaban desde tiempo atrás, sin que las futbolistas aclarasen nada. Hasta que el pasado jueves, Irene Paredes y Alexia Putellas, capitanas, hablaron sin tapujos de «décadas de discriminación sistemática», en forma de viajes interminables en autobús, vuelos de madrugada y un alevoso modus operandi: «Se nos ha tratado como niñas». De inmediato, los detractores cargaron la bayoneta. ¿Por qué habían dejado pasar tanto tiempo? ¿Por qué ahora?

«LAS REIVINDICACIONES YA EXISTÍAN»

«Ante esta cuestión quiero ser muy clara», zanja Bellver. «Que estas reivindicaciones no hayan copado antes la atención de los medios no significa que no hayan existido. He asistido a muchos encuentros privados entre las partes, tanto de esta selección como de las anteriores internacionales, como en la época de Vero Boquete. Y si ahora han llegado al punto de que no querían ser convocadas es porque no había avances en la negociación. Ha sido, como la huelga de la Liga F, un último recurso».

Aquel paro de las futbolistas, que afectaría a la primera jornada del campeonato, sirvió para establecer un salario mínimo de 21.000 euros anuales. Pero también hizo proliferar el fastidio. Esta misma semana, Miquel Iceta, ministro en funciones de Cultura y Deporte, se felicitó porque cosas «que no se hacían» en la RFEF «se harán»; mientras Carlos Flores, diputado de Vox en el Congreso, tuiteó una foto de las internacionales bajo el epígrafe «No me representan». ¿Tanto desgaste estaba pasando factura?

«En general, la opinión pública no tolera la falta de respuestas, el desdén o la prepotencia; mientras que la cercanía, la comprensión, la agilidad a la hora de actuar o la flexibilidad son mucho mejor recibidas», responde Helena López-Casares, vicedecana de postgrado de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Europea.

En un principio, la Federación se había mostrado proclive al consenso, aunque no tardó en enumerar posibles sanciones deportivas y multas económicas. «Considero que la RFEF no amenazaba, sino recordaba lo que dice la Ley del Deporte. Sin embargo, dada la gran sensibilidad de la opinión pública hacia asuntos como el de Luis Rubiales, es muy relevante cuidar las formas y ser cauto y empático a la hora de comunicar, mostrando en todo momento sensibilidad y cortesía», añade a este diario López-Casares, doctora en neurociencia y especialista en liderazgo.

EL PAPEL DE LA RFEF

Andreu Camps, secretario general de la RFEF destituido el pasado miércoles, fue la primera pieza en caer. Mano derecha de Rubiales, autor de la denuncia contra el Gobierno presentada ante la UEFA, se le consideraba el principal responsable de que 20 de las 23 internacionales fuesen convocadas contra su voluntad. Era una de las líneas rojas de las campeonas, a las que se acusó de pedir su cabeza. Uno de los nombres propios de esta crisis, a juicio de Fernando Botella. «El verdadero responsable, que no culpable, de cómo se ha llevado la gestión de la crisis es la directiva de la RFEF. Al ejercer el mando tienen la responsabilidad de encontrar soluciones. Pero en lugar de generar una cierta calma han hecho todo lo contrario, incendiando el ambiente con decisiones equivocadas y creando desconfianza entre todas las partes. Las falsedades orientaron a la directiva hacia la manipulación», sostiene Botella, experto en liderazgo, talento, innovación y transformación de organizaciones.

¿Cómo debería haber actuado, pues, la directiva de la Federación? «En primer lugar tendrían que haber cogido el toro por los cuernos, normalizando el ambiente y encontrando soluciones. Luego, hacer todo lo posible por marcar intereses comunes y conseguirlos. Por último, pactar nuevas condiciones, sin amenazar. A mi juicio, esa fue la parte más errónea en todo este proceso», argumenta Botella, con una dilatada trayectoria como directivo en la industria farmacéutica.

Desde luego, en este ambiente viciado, la figura de la seleccionadora Montse Tomé parece quedar en entredicho. «Se le ha reprochado que no sea sincera y que la comunicación no sea la correcta. Para llevar un vestuario has de ir con la verdad por delante. Pero nos hemos topado con la falta de liderazgo en el gobierno de la RFEF. Y eso se nota», apunta Bellver, para quien la solución inmediata pasa por la «valentía»: «Sea con Montse, hablando con las jugadoras. Y si es con otra seleccionadora, igual. Ofrecer esa guía que ahora no existe».

«Lo normal es que Tomé salga del equipo. Y en mi opinión, tras su salida debería trasladar en un comunicado los aprendizajes que se lleva. Especialmente en materia de esa ‘falta de comunicación’ que ella misma ha admitido que existía con sus jugadoras», concluye Botella. Pese a las victorias recientes ante Suecia (2-3) y Suiza (5-0), el CEO de Think & Action sigue sin ver a la seleccionadora como una «potencial líder» de la selección: «De una forma u otra se ha quedado fuera de la posibilidad de liderar en el futuro a este vestuario. Eso no quiere decir que no lo pueda hacer con otros equipos, pero ha perdido esta oportunidad».

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